4 de enero de 2012

Ruta

67.000km
17 países
259 días
15.000 fotografías
Un diario de viaje

La película

La macedonia visual, el mix supremo ya está aquí. El resultado de un acertado ejercicio de fenixología son estos 15 minutos de caviar puro, de fácil digestión, sin actores y con contenido 100% real y, por lo tanto, bello.

¡Pasen, vean y abran bien los ojos para disfrutar de las muchas sutilezas!

3 de noviembre de 2009

New book with my 100 favourites pics. Vote for it!


My new book is ready. I've selected my 100 favourite shots from my round the world trip.

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And DO NOT forget vote for it!



18 de junio de 2009

My favourite photos

Click here to have a look at my favourite pics on full screen size, thanks to flickr (press F11 after that for full screen).



SPEND IN MAGAZINE


Gracias a SPEND IN y a A.L. por mover los hilos para sacar este reportaje. Número a la venta en febrero-marzo.
José A. madrileño de 30 años, ingeniero aeronáutico e ilusionista, nos trae de primera mano su última gran experiencia: la vuelta al mundo. Tras 259 días regresa con más peso en su mochila: 15.000 fotografías, 67.000 km, extraordinarias vivencias y un diario de viaje.

Nunca imaginé que pintar sin mucho criterio sobre Google Earth una futurible y soñada vuelta al mundo, el rey de todos los viajes, fuera el punto decisivo que me llevara a emprender el periplo poco tiempo después. A partir de ese momento la idea ya no estaba sólo en mi imaginación. El runrún en mi cabeza había comenzado y no encontraba razón alguna que me impidiera coger mi mochila y salir a ver mundo. Para un humano mínimamente curioso e inquieto, conocer su propio planeta y la actualidad que le ha tocado vivir es lo menos que puede hacer. Además de curiosidad tengo salud. También tengo pasaporte español, de la Unión Europea, con lo que la tramitación y obtención de visados no es problema crucial. El euro es una moneda fuerte y, hoy en día, volar grandes distancias es posible y nunca fue tan económico ni accesible para ninguna de las generaciones anteriores. ¿Alguien da más? “Para eso habrá que ser millonario” escucho una y otra vez. Es paradójico, porque el coste de viajar durante un año, incluyendo todos los gastos y evitando países del mal llamado primer mundo, es inferior al coste de permanecer ese mismo tiempo de brazos cruzados en un país como España. Con todo esto y siendo sabidor de que ahí fuera esperan mil aventuras y maravillas, no me costó mucho esfuerzo abandonar la rutina del día de la marmota y, tras dieciséis pinchazos en concepto de vacunas, tomé rumbo hacia las cuatro partes del mundo.

Mis viajes anteriores siempre habían sido cortos y en compañía; en esta ocasión no sería así. Debía ser largo en el tiempo, es necesario. Sólo cuando ha transcurrido un tiempo suficiente aparece la fase más provechosa, donde asoma la consciencia de un nuevo estado con tintes nómadas y el viaje comienza a ser también interior. Las preocupaciones de buscar alojamiento, comida y transporte constantemente son relevantes al comienzo. Tras algunos días pasa a ser un hábito y después de algunos meses se convierte en una tarea totalmente secundaria. Exactamente ocurre lo mismo a la hora de regatear hasta en el menú o al pagar una habitación.

Existen muchos modos de viajar y cada persona termina por encontrar el suyo propio; sólo hay que ensayar y elegir. Intenté huir de lugares turísticos con ventanillas de tickets, largas colas y autobuses en la puerta en favor de hacer vida allá donde me encontrara. Elegir una buena ubicación para un desayuno con relente teniendo como escaparate una calle transitada es el lugar ideal para practicar la actividad humana más elevada: la contemplación. Observar los gestos, pequeños detalles y maneras de actuar o trabajar de la gente local es el pasatiempo más enriquecedor. También es el entorno perfecto para desarrollar dos de mis pasiones: la fotografía y la elaboración de cuadernos visuales.

No di un solo paso sin cámara a mano. La necesidad de poseer instantes en forma de fotografías, mi tesoro más preciado, estuvo presente en todo momento, rozando la obsesión y llegando a dirigir gran parte de mis hábitos.

Uno de mis múltiples objetivos fue la producción de un cuaderno de viaje manuscrito. Las libretas Moleskine, con su clásico y potente estilo, son el soporte ideal para documentar experiencias. Ideas, sensaciones, dibujos, reflexiones y recortes alimentan las entreveradas páginas donde el aspecto estético global es prioritario. La realización de crónicas de viaje es fundamental no sólo como material para el recuerdo, sino porque ayuda a digerir las experiencias pasadas y potencia enormemente la observación en las venideras. Advierto que la tarea, si es meticulosa, es un sumidero de tiempo.

Comencé en Moscú, a bordo del mítico tren Transiberiano. Concretamente recorrí la ruta del tren Transmongoliano, que atraviesa, además de no pocos husos horarios, gran parte de Siberia, Mongolia y el desierto del Gobi, finalizando en Beijing. La huella de los fuertes cambios del siglo XX está muy presente, tanto en la burocrática Rusia como en la efervescente China. Con el tren como mi medio de transporte preferido recorrí China durante casi dos meses, asombrado por el enorme potencial de este gigante formado por mil trescientos millones de infatigables hormigas, todas de la clase trabajadora, que andan de un lado para otro siempre atareados con el fin de hacer más y más yuanes.

Desde la primavera de 2007 existe una nueva y recomendable línea de tren hasta Lhasa (Tíbet) donde, durante los dos días de trayecto, tuve la oportunidad de charlar con un sincero y humilde budista tibetano sobre temas variados como su visión de la vida o los lamas más experimentados que son capaces de volar. Sus palabras siempre venían adornadas con extraordinarias fábulas. Tíbet es un lugar que deja helado a cualquiera por su crudeza, gentes que parecen traídas de otra época y sus insuperables paisajes. Las vistas del Himalaya desde un puerto a 5.500 m de altitud o el propio Everest desde su campo base ponen los pelos de punta. Qué grande, Everest. Bravísimo.

Tras unas semanas en Nepal, me asomé a India. No importa cuánto hayas viajado o vivido, India siempre produce un impacto brutal. Actualmente no se puede realizar una excursión interplanetaria, pero visitar este país es lo más parecido. Un lugar fascinante al que volveré porque India merece un gran viaje.

Dejando atrás Tailandia, país del que me enamoré, Malasia, Singapur e Indonesia, puse pie en Australia. En un santiamén pasé del respeto, humanidad, costumbres y sonrisas de Asia a la sociedad del plástico, de las tarjetas de crédito y del pague-por-todo. Física y anímicamente Australia fue el punto más bajo del viaje. Al menos Nueva Zelanda es agradable para los ojos.

Es altamente recomendable cruzar el Pacífico dando saltos de isla en isla sin salirse un ápice de las líneas tropicales. Cada una de las islas, que son infinitas, es única y volar en esta zona del planeta resulta especialmente tranquilo aunque caro. Debo señalar aquí, con ilusión, el lugar más idílico que he visto jamás: Aitutaki, en Islas Cook, una isla paradisíaca rodeada por un arrecife de coral, tan perfecta que no parece real. Tahití y la exclusiva Bora Bora fueron las últimas perlas en medio del vasto océano antes de aterrizar con tino sobre la remota Isla de Pascua.

Volver a hablar castellano en América del Sur fue una extraña sensación. Comencé en Chile lindo y continué después por Argentina, la tierra de los mejores bifes. Emulando a Juan Sebastián Elcano y a otros grandes viajeros, no podía eludir el paso por el Estrecho de Magallanes. Acabé en Ushuaia (Isla del Fuego), la ciudad más austral de la tierra, allá tan lejos donde realmente acaba el mundo y así tal cual lo refleja un letrero: “Fin del mundo”. Mis últimos días de viaje transcurrieron en Río de Janeiro donde, paseando por la playa de Copacabana, me preguntaba si realmente éste era el final de mi viaje. ¿Las vueltas al mundo tienen un último día? Nadie me avisó de ello.

Fui tan libre y feliz que podía hasta volar. Me quedo con las doce páginas que ocupan los contactos de nuevas personas conocidas, con el continuo y valioso aprendizaje, con las charlas mantenidas con otros viajeros en el camino, con las auténticas maravillas que deben ser observadas, con las experiencias de todo tipo, ya presentes para el resto de mi existencia, con las penetrantes miradas de las diferentes culturas y con la sensación de entender un poco más este mundo real, que tanto dista del que estamos acostumbrados en nuestra vieja y anestesiada Europa.

Anímense. Seguramente viajar es la mejor inversión posible y con tan buenas propiedades como el mismísimo bálsamo de Fierabrás.

8 de mayo de 2008

Noticia en prensa escrita

Vaya, hoy mismo he aparecido en el periódico Gente, de difusión madrileña, y no por haber robado un banco.

(Haced click en la imagen para agrandar)

Me gusta el calificativo de ciudadano viajero. Gracias a la simpática periodista Tamara por el artículo.

3 de mayo de 2008

RTW diary on Moleskine.


On popular demand, here I set a little video in which I show part of my diary written on the way during my travel. Contains memories, ideas, drawings, drafts, tickets and other stuff. It also contains some colaboration from other travellers.
Some details:



It's the first one, full handmade and no hi-tech has been used.
Someday I will finish the whole work, because at this momeent the diary is some months delayed.
Enjoy it!

Mi viaje ha terminado; necesito unas vacaciones

El viaje termina en el mismo punto donde empezó: Madrid.

Hoy mido 4 metros, y es que cada experiencia pasada va engordando un poco por ahí dentro. He sido feliz y he visto maravillas. Fui millonario en el lugar de los paupérrimos y pobre donde los ricos. Un periplo por la lejanía del mundo, que es realmente ancho y lleno de rincones, pero también hacia el interior de uno mismo, imprescindible para conocerse en profundidad. Y, sobretodo, fui libre y disfruté de lo que ello conlleva, que es todo bueno, caminando allá donde quería, acercándome a quien quería, disfrutando de lo que quería, sin prisas.

Estoy contentísimo de regresar cargado de energía, sensibilidad, sentido humano y una observación e intuición más desarrolladas, ya útiles para el resto de la vida y espero que difíciles de degradar.

De la mirada penetrante del Buda mismo a los ojos vacíos y sin vida de un australiano.
De la grandiosidad del Everest a la humildad de un habitante local de Indonesia.
De las llanuras de Mongolia a las palmeras del paraíso.
De los las frías funcionarias rusas al recibimiento thai, ¡que es guay!
De la lejanía de los Moais a la cercanía de mis valiosos compañeros y amigos de aventuras.
De las duras cremaciones hindues en el río al torrente infinito de Iguazú.
De los sermones indios a los incansables trabajadores chinos.
Del crudo aire del Himalaya a las profundidades coralinas.
¡Qué rico está el mango!
Y más cosas que me vienen a la cabeza y no escribo.
Una aventura demasiado grande como para ser contada y, al mismo tiempo, demasiado grande como para no ser contada. Alguna solución intermedia se me ocurrirá.

Insistiendo una vez más, animo a todo aquel que tenga salud y un mínimo de curiosidad a que realice un viaje alguna vez, siendo muy aconsejable realizarlo en solitario y durante un tiempo prolongado para poder llegar a una evolución aceptable en la manera de viajar.
Probadlo sin miedo a lo desconocido, no os decepcionará.

2 de mayo de 2008

Agradecimientos

Ver agradecimientos detallados aquí.

22 de abril de 2008

Vuelta a casa

Atrás quedan ya las cosas de Río de Janerio. En particular echaré de menos las caipirinhas y cocos, que tienen este aspecto visual:

Las frutas también recordaré, en especial mi querido mango.
Las favelas, Brazil tipical:

¿Alguien se anima a este "favela tour"? ¡Ja! Más bien "don't be gringo, be fool!" Sólo de pensar en pasear por la Rosinha, la favela más grande de Río donde habitan más de 60.000 personas, con sus correspondientes armas, me dan escalofríos.

Pero los viajes de vuelta al mundo también tienen un último día, ¡nadie me avisó de eso!

Ese día es hoy, casi nueve meses después de mi partida, vuelvo de nuevo a la T4, ahora lloviendo y con un aspecto muy poco tropical en Madrid.

Al menos tuve un caluroso recibimiento en el aeropuerto, cuando llegué envuelto en una gran bandera de Brasil, por parte de mi padre, mi madre, mi hermana y mis amigos Juan E., Paco y Tole.

¿Realmente se acabó ya? No, no quiero creerlo. ¿Ha sido todo un sueño? Creo que para mí, sí, mucho más que eso.

Casi con un pie dentro de casa. Creo que si pongo el otro también dentro, fin, se acabó, fin de los fines, game over.

También tuve una bienvenida en forma de correspondencia: dos cajas de cartas esperando a ser abiertas. Uy, ¡qué bien! ¡Cuántas felicitaciones! Veamos... la primera es del banco, esa no vale. La segunda, también del banco. Tranquilo, no pierdas la fe naranja. Una que no es del banco, es de la declaración de la renta. Uy, uy, uy... esto no mola nada. Pues así fueron todas.

Resultado, dos cajas de cartas, todas de la misma calaña, que realmente me estaban diciendo de manera explícita: "BIENVENIDO AL FIN DE TU VIAJE".

21 de abril de 2008

Últimos días en Río de Janeiro

Un brasileño que conocí el Santiago me dio la dirección de Reny, todo un personaje que alquila apartamentos en Río y al que no le falta labia y vida a sus espaldas. Tampoco le falta mujer valiente y con un optimismo que desborda. Aun estando enferma y anciana tiene la frescura y vitalidad para querer continuar viajando, manejar internet, etc, etc. Olé por ella.

La nevera del apartamento es toda una obra de arte en sí misma. Tan vacía como el propio apartamento al principio.

A pesar de la difusión para atraer gente que incluso aquí escribí, sólo unos pocos me visitaron finalmente. La primera fue Sophie, de Francia, que no había visto desde Bora Bora y que continúa su valiente tour du monde. Se reunirá con su hermano dentro de poco.
Por supuesto tuvo un mensaje de Bienvenue, faltaría menos.
Por cierto, Sophie, ¿sobreviviste las últimas dos noches en el nuevo alojamiento? Reny nos informó después que la zona era muy peligrosa porque estaba al lado de una favela, de esas de donde salen sonidos de disparos de vez en cuando. Bueno, tú eres todoterreno.

Esta receta para el desayuno que experimentamos no me acabó de convencer nunca.
Después llegó Ángel, con el que me encuentro por cuarta vez en el viaje. Visitó Samoa y Tonga después de salir ofuscado de Nueva Zelanda, su país negro, que acabó odiando tanto como yo Australia. Esperamos ver esas auténticas fotos ¿eh?
Y para el último día la familia fue creciendo. Llegó Olga, la novia de Ángel, desde la fría Rusia (allí ahora están a -10 grados. Ha oído bien, señora, ¡menos diez!) y tras 48 horas de viaje cruzando medio mundo. Muy maja y simpática es, me alegro de haberte conocido al fin, aunque sea al final de mi viaje. Una de las más seguidoras de mi blog, que me dijo al verme "ah, pero si eres real y no virtual!". Tampoco faltó el reencuentro con Kleber y su pareja, con el que viajamos en parte de China, allá hace mil años, a comienzos de viaje que ahora parece hubiera pasado toda una eternidad. Qué extraña sensación el tiempo de los viajes.

Pues nada, esto fue la última noche, tras cenar en un restaurante de "al peso" (pesan el plato con la comida y cobran en proporción) y tomar unas caipirinhas, las últimas, en el paseo de la playa de Copacabana.

14 de abril de 2008

Río añadiduras

Brasil no es un país tan barato como uno se podía imaginar. Será una de las superpotencias en un futuro próximo y están haciendo los deberes mucho mejor que sus vecinos.

Petrobras se encarga de transformar mágicamente petróleo en billetitos:

El centro de Río es como una gran ciudad más, con sus horribles edificios cuadrados, oficinas, aglomeración, etc.

Y peculiar metro:

Pero lo realmente sobresaliente de la ciudad es la combinación de gran ciudad y playa. Copien, copien de esta idea si tienen en mente fundar una nueva civilización.

Frutas y fútbol; esto último se lo toman realmente en serio. Los partidos en la playa, que en otros sitios son pachangas de domingueros, aquí son campeonatos con camisetas y árbitros.

Las dos playas más importantes son Copacabana e Ipanema. Es fácil distinguirlas por sus inequívocos patrones del paseo:

COPACABANA ESTILO:

IPANEMA ESTILO: